Autor: Megan Maxwell
Páginas: 539
Saga: Secuela de "Pídeme lo que quieras"
Editorial: Esencia/Planeta
Pero todo se complica cuando conoce a Lola, una española con un carácter endiablado que, a diferencia del resto de las mujeres, no cae rendida a sus pies y que incluso parece que lo está utilizando.
Dennis nunca se ha enamorado, por eso no entiende por qué cada vez que la ve se le acelera el corazón.
Le tenía muchas ganas a este libro, porque me encanta todo lo que escribe Megan, pero lo cierto es que esperaba algo más. Aún así, me ha gustado.
La trama, una historia de amor dónde se habla de sexo sin tapujos, se me hizo bastante lenta al principio, aunque conforme avanzaba me iba enganchando cada vez más. Tiene algunos giros, a medida que vas leyendo, bastante inesperados que me sorprendieron gratamente. Además se toca un tema (con la enfermedad de Elora) que para mí es algo personal, con lo que me he sentido bastante identificada en esos momento.
Por otra parte he de decir que está muy bien estructurada y que se habla desde ambos puntos de vista, con lo que así podemos ir viendo como se van sientiendo los dos protaganistas a lo largo de la historia.
También me gustó que metiera un poco el tema de bailes latinos que tanto me gustan pero soy taan torpe para hacerlos jajaja que me ha picado la curiosidad y he investidago un poco en como son (os dejo un vídeo de como es el Forró).
Con respecto a los personajes, me han gustado mucho porque se va viendo sus cambios a medida que vas avanzando en la trama (tanto protagonistas como secundarios). En especial me ha gustado mucho Priscilla y su fuerza para salir de una situación bastante complicada. Y la Abu....que señora!! Lo que me he podido reír con ella. Y bueno....ni que decir tiene, que me encantó reencontrarme con los personajes de Pideme lo que quieras aunque fuera por unas líneas, sobre todo con Eric y Jud y ver como su bonita historia continuaba.
En resumen, una historia muy al estilo Megan Maxwell. Emociones a flor de piel, amor, sexo, amistad y risas. Buena combinación, ¿no crees?